Saciedad: ¿Por qué nos cuesta más (en general) no comer que hacerlo?

La relación entre la nutrición y la salud hormonal en la mujer es un tema fascinante y complejo que merece una atención especial. La saciedad, esa sensación de satisfacción que experimentamos después de comer, está influenciada por una variedad de factores que van desde el funcionamiento de nuestro cerebro hasta la diversidad de nuestra microbiota intestinal. En este artículo, exploraremos estos factores y cómo influyen en nuestra capacidad para sentirnos saciadas.

¿Y si no hay mañana? ¿Y si mañana no tengo para comer? El cerebro egoísta.

El cerebro humano está diseñado para la supervivencia. Desde tiempos ancestrales, nuestro cerebro ha desarrollado mecanismos para asegurar que comamos lo suficiente en caso de escasez futura. Este «cerebro egoísta» prioriza la ingesta de alimentos para asegurar que tengamos suficientes reservas de energía. Por eso, a veces sentimos una necesidad imperiosa de comer, incluso cuando no estamos realmente hambrientas. La posibilidad de un «mañana sin comida» activa este instinto de supervivencia, dificultando la tarea de no comer cuando, racionalmente, sabemos que no es necesario.

 

Mente y cuerpo no se separan.

Es un error común ver la alimentación solo en términos de calorías y nutrientes. La experiencia de comer es mucho más compleja y está profundamente conectada con nuestro bienestar físico y emocional. Cada comida es una experiencia sensorial completa que incluye el sabor, el aroma, la textura y el placer. El «factor recompensa» juega un papel crucial en cómo y cuánto comemos. La satisfacción que obtenemos de los alimentos no solo proviene de su valor nutricional sino también de su capacidad para proporcionarnos placer y confort emocional.

 

Microbiota y salud digestiva.

La microbiota intestinal, el conjunto de microorganismos que viven en nuestro tracto digestivo, tiene una influencia significativa en nuestra sensación de saciedad. La cantidad, diversidad y equilibrio de estas bacterias pueden afectar tanto nuestra salud digestiva como nuestras preferencias alimentarias. Una microbiota saludable puede mejorar nuestra sensación de saciedad, mientras que un desequilibrio puede llevar a antojos y una mayor ingesta de alimentos poco saludables. Por eso, es crucial cuidar nuestra microbiota a través de una dieta equilibrada y rica en fibra.

 

Genética.

Nuestra genética también juega un papel importante en la saciedad. Todos nacemos con una predisposición genética que afecta nuestra capacidad para sentirnos saciados, así como nuestras preferencias alimentarias. Algunas personas tienen un metabolismo más eficiente y se sienten llenas más rápido, mientras que otras pueden necesitar más comida para alcanzar la misma sensación de saciedad. La genética puede influir en si somos más «sibaritas» o «disfrutones», y cómo nuestro cuerpo maneja la energía.

 

Hormonas.

Las hormonas son reguladoras fundamentales de nuestra sensación de saciedad. En las mujeres, las fluctuaciones hormonales pueden tener un impacto significativo en la regulación del apetito. Durante el ciclo menstrual, los niveles de hormonas sexuales como el estrógeno y la progesterona varían, lo que puede afectar nuestro estado físico y emocional, y por ende, nuestra conducta alimentaria. Por ejemplo, muchas mujeres experimentan un aumento del apetito y antojos específicos durante la fase lútea del ciclo menstrual debido a estos cambios hormonales.

 

 

La saciedad tiene un papel fundamental en nuestro modo de alimentarnos, eso es innegable. Tanto es así que, dependiendo de nuestros niveles de saciedad en las comidas, se determinará gran parte de nuestro patrón alimentario y por ende, cuánto, qué y cómo vamos a comer a lo largo del día.

La fórmula parece fácil: a más saciedad, menos apetito, menos impulsividad y mejores decisiones.

Vamos a ver cuales son las bases para promover la saciedad nutricional:

Bases de la dieta para una saciedad a corto medio plazo

  • Alta en proteína
  • Alta en fibra
  • Alta en nutrientes (micronutrientes)
  • Pico glucémico moderado
  • Placer sin sobreestimulación
  • Presencia y entorno

Grupos de alimentos más saciantes:

  • Fibra
  • Huevos
  • Fermentados lácteos (cabra y oveja)
  • Proteína animal (pescado/marisco/carne)

 

En conclusión, la saciedad es un proceso complejo influenciado por una combinación de factores biológicos, emocionales y ambientales. Comprender estos factores puede ayudarnos a tomar decisiones alimentarias más informadas y a desarrollar una relación más saludable con la comida. Como mujeres, es especialmente importante reconocer cómo nuestras hormonas y otros factores únicos afectan nuestra saciedad y conducta alimentaria. Mantener una dieta equilibrada, cuidar nuestra microbiota y ser conscientes de nuestras necesidades emocionales son pasos clave para mejorar nuestra salud y bienestar general.