Eres libre o sólo has cambiado de jaula

En esta nueva era del autocuidado, el fitness y la alimentación saludable, en la cual, much@s profesionales de la salud nos hemos desmarcado de la ya conocida “cultura de dieta” y los patrones restrictivos e insostenibles que forman parte de ella, y, donde muchas personas usuarias durante años de dichas dietas han dicho “hasta aquí” (no sólo por perder a menudo la salud mental, sino también por empeorar a largo plazo su composición corporal) siento que debo compartir las reflexiones que llevo haciendo al respecto desde hace un tiempo.

Hemos visto que: la “CULTURA DE DIETA”, es decir, las dietas restrictivas, la mentalidad del “todo o nada” (o me cebo o me muero de hambre) y los enfoques que sostienen su éxito sobre un simple balance calórico negativo (que entre menos de lo que sale), muy a menudo desmontados por la evidencia científica, no funcionan. Está dietética de comienzos de los 80, la “tradicional”, se basaba en la rigidez del conteo, ¿y que se contaba? principalmente: grasas, calorías y kilos en la báscula.

Pero EVOLUCIONAMOS. Y gracias a los estudios, a la ciencia y a la propia experiencia, nos dimos cuenta de que las grasas no sólo no eran las culpables de todos nuestros males, sino que eran buenas y muy necesarias. También vimos, que comer 6 o 7 veces al día solía ir en contra de nuestras necesidades y que en general empeoraba nuestra salud y composición corporal.

Vimos que una alimentación más COHERENTE con nuestra biología y con lo que nuestros genes esperaban, siempre INDIVIDUALIZADA a cada persona y contexto, generaba múltiples beneficios y que eso suponía, en muchos casos, alargar más los descansos digestivos entre comidas, abrazar los vegetales, las grasas y las proteínas de calidad y depender menos de los carbohidratos para obtener energía.

Todo esto estaba genial, pero volvió nuestra mente controladora, esa que nos mete en la jaula de la autoexigencia y el perfeccionismo, esa que sin avisar nos devuelve a la encerrona de la rigidez. Y ¿qué pasó? Que empezamos de nuevo a contar, pero esta vez cuerpos cetónicos, horas de ayuno y gramos de HC/día.

 

Misma encerrona, distinta jaula

La compulsión de comer dulce de forma inevitable NOS HABLA de que existe un problema, pero no ser capaces de comer un dulce sin sentirnos culpables NOS GRITA que hay algo que tenemos que atender y replantear en nosotras.

 

Las dos creencias limitantes para salir de la jaula

En la primera parte de este artículo, hablaba acerca de lo fácil qué puede ser cambiar de pautas y conceptos nutricionales, siguiendo indicaciones aparentemente más actuales, más congruentes con nuestra genética evolutiva y más respaldadas por la ciencia -aquí también hay que discernir: no todos los estudios científicos cuentan con el mismo grado de evidencia, y por lo tanto de veracidad – algo, a priori positivo para nuestra salud, y poder acabar de nuevo en: frustración, por dos motivos:

 

Cambiamos de “macronutriente culpable”, pero no de mentalidad

Un cambio a nivel conductual (acciones) por sí solo, sin un cambio más profundo e integrado a nivel mental (pensamiento) sobre la alimentación (no sólo a nivel físico), la salud integral (cuerpo, mente, alma) y el por qué y desde donde hacemos ese cambio, hará que sigamos en el bucle del control exigente. En ocasiones además de un gran sacrificio existirá una profunda frustración por ver que esas nuevas pautas no nos “funcionan”, o que no obtenemos esos resultados tan deslumbrantes que nos prometen.

 

No tenemos en cuenta nuestra bio-individualidad

Necesidades, gustos y contexto vital. Esto quiere decir, que no todo vale para todo el mundo y que no todo el mundo necesita lo mismo. Necesitamos conocer muy bien el terreno genético de la persona y todo el contexto bio-psico-social que lo rodea. Pueden existir situaciones de salud (problemas digestivos, alteraciones hormonales, exceso de estrés mantenido, cortisol y catecolaminas, glándula suprarrenal, eje gonadal, menopausia…) donde ciertas pautas (dieta keto, ayunos… sin supervisión profesional) lejos de ayudar a mejorar el cuadro, puedan estar empeorándolo y sea muy difícil para estas mujeres entender por qué.

No tengas MIEDO a un macronutriente, molécula, o grupo de alimentos concreto, eso sólo te llevará de nuevo a vivir encerrada.

INDIVIDUALIZA tus proporciones, horarios y ten encuenta tu terreno (contexto orgánico y psico-emocional).

Pon el foco en la CALIDAD de los alimentos de tu alimentación y en tu PATRÓN ALIMENTARIO global, en contexto con el resto de hábitos de vida.

Lo reflexionado hasta aquí no quiere decir que, sí sabemos que cierto tipo de alimentación es saludable para nosotras, y nos sienta bien, no adquiramos la autorresponsabilidad de integrarla en nuestra vida.

Tampoco, que no sea adecuado utilizar estrategías bien planteadas que supongan hilar más fino nutricionalmente cuando haga falta.

Si estoy a favor, en general, de PAUTAS BIOLÓGICAMENTE MÁS COHERENTES, como evitar el exceso de azúcares, refinados de baja calidad y productos ultraprocesados en general, en aras de alimentos frescos y naturales y nutrientes funcionales, como la grasa, la proteína, los carbohidratos de fuentes nutritivas (como los tubérculos, frutas, legumbres, pseudocereales y cereales) y, cómo no, dar protagonismo a los vegetales en nuestras comidas.

Pero sobre todo, estoy a favor de unos HÁBITOS SOSTENIBLES A LARGO PLAZO con los que vivamos felices, es decir, que el contexto global de nuestra alimentación y estilo de vida sea saludable para cada una, nos nutra, nos dé energía, buenas digestiones y buen descanso… nos equilibre fisiológicamente para ayudar a nuestro EQUILIBRIO MÁS ALLÁ DEL CUERPO.

Puedes llevar una alimentación de 10 en lo teórico, ya sigas una alimentación low fat, low carb, vegana o ceto, pero si te llevan los demonios cada vez que tienes un evento social en el que va a haber comida de por medio, algo no marcha.

Además, el sedentarismo, vivir en piloto automático, la falta de contacto con la naturaleza, los ciclos desregulados sueño-vigilia, la carencia de sol, vivir de las rentas del café, el estrés mantenido…todo eso CUENTA, y cuenta tanto o más que la proporción de macronutrientes que alcanzamos al final del día. .

En mis acompañamientos en consulta trabajo todo esto, es decir, el objetivo no es SÓLO que aprendas a llevar una ALIMENTACIÓN SALUDABLE, sino que TAMBIÉN lleves una RELACIÓN SALUDABLE con la comida, que la disfrutes, que te disfrutes y eso quiere decir sentirte en PAZ, con ella y contigo.

Por eso he desarrollado una METODOLOGÍA propia basada en los 4 EQUILIBRIOS; un camino que vamos recorriendo juntas y en el que vamos recuperando nuestra armonía interior, eso es lo esencial.